Este pasado Lunes se ha celebrado el día de la radio. Mucho han cambiado las cosas en cuanto a la manera de oír música en un mercado en el que las discográficas parecen haberse congraciado con el mundo de Internet gracias a aplicaciones como Spotify o Apple Music, de otro modo estoy seguro que la gran parte del contenido musical seguiría descargándose “by the face”.
Quienes venimos de la década de los 80 y 90 hemos visto como la música se consume ahora de un modo totalmente diferente. Disco nuevo del artista X, entro en Spotify, escucho los primeros segundos de cada tema y si no da la talla…si te he escuchado no me acuerdo.
Precisamente la radio era en estas décadas el único aliado de los melómanos. Recuerdo pasar tardes enteras esperando a que sonara lo último de mis artistas favoritos para poner el radiocasete a grabar y rezar para que el locutor/a de turno hablase lo mínimo posible encima.
Más tarde aparecieron aquellos armatostes de doble pletina. Podías grabar discos completos, hacerte recopilatorios y si el álbum era corto, grabar uno por cada cara en aquellas míticas cintas vírgenes de 90 minutos, 45 por cada lado.
Las había de cromo, normal, de Sony, de TDK o de BASF. Traían pegatinas de letras y números y al abrirlas tenían ese olor característico de plástico y papel nuevos. Por supuesto los bolis BIC eran grandes aliados (¿en qué momento se pondrían de acuerdo con los fabricantes de cintas? :-D), aunque también existían unos armatostes llamados rebobinadores de cintas que hacían el trabajo sucio de rebobinarlas y dejarlas todas al principio.
Por supuesto no podías iniciar las canciones o temas desde el principio y los botones rewind y forward te ayudaban en la búsqueda. Los cabezales eran un mundo aparte. Recuerdo que vendían unos kits de limpieza con su alcohol y una cinta con dos almohadillas que por más que la pasases una y otra vez seguía sonando igual.
Tardes y tardes escribiendo en aquellas portadas con leves líneas grises los títulos de los temas y por supuesto el canto, tenía que quedar lo mejor posible para que la colección se viera en la repisa lo más homogénea posible.
Ahora parece que de nuevo hay un revival de aquellas cintas y algunos artistas están empezando a publicar sus trabajos también en este formato.
¿Dónde quedaron aquellos distraimientos con esto de Internet? ¿Crees que valoramos la música y lo que la rodea igual ahora que antes?…