Uno de los asuntos que mayor confusión genera en lo relacionado con el sonido profesional es la interpretación de los valores de la potencia que nos proveen los mismos productos tales como amplificadores o cajas acústicas. Nos encontramos con términos de todo tipo: potencia RMS, potencia media, potencia de pico (PMPO), potencia musical, etc.
La potencia se define como energía por unidad de tiempo, y su cálculo depende del voltaje aplicado (y su forma de onda) y de la impedancia (en ohmios). Cada tipo de potencia se debería determinar utilizando una forma de onda u otra en las pruebas de potencia que se realizan al aparato. Según si la forma de onda es de un tipo u otro (onda senoidal, ruido rosa, etc.) se obtienen distintos valores.
Potencia media: es el valor de la media de la potencia instantánea. En el cálculo de la potencia media se tiene en cuenta el signo de la onda. En términos eléctricos la potencia que se mide si el voltaje de una onda tiene forma senoidal es nula, ya que en un periodo de la onda senoidal, la mitad de la onda tiene signo positivo y la otra mitad tiene signo negativo. Por ello, el valor medio es nulo.
Potencia RMS: se obtiene cuando matemáticamente el voltaje está elevado al cuadrado y tras ello al resultado final se aplica una raíz cuadrada. De ahí sus siglas (“Root Mean Square”). Cuando se eleva al cuadrado el voltaje, se obtienen siempre signos positivos. Por ello, se evitan casos de potencias nulas (como ocurre con la potencia media). En la siguiente imagen se compara la onda senoidal junto con la misma onda elevada al cuadrado, junto con el valor obtenido de la potencia RMS:
Erróneamente muchos fabricantes denominan potencia media a la potencia RMS. La medición de la potencia RMS es lo más próximo a lo que se considera la potencia real.
Potencia de pico (PMPO): este es el valor de potencia que se obtiene cuando para los cálculos se utilizan los valores máximos del voltaje (valores de pico). Hay que tener en cuenta que se trata de un valor instantáneo, y que no representa un valor constante. En ocasiones este valor se utiliza como dato comercial, lo cual puede inducir a confusión en los clientes, ya que suele indicarse como 4 ó 5 veces el valor de la potencia RMS.
Aclarados ya los conceptos, a continuación comentaremos cuáles son las potencias adecuadas para determinados sistemas. Cuando se va a sonorizar utilizando etapas de potencia junto con altavoces pasivos, tiene que tenerse en cuenta que la salida del amplificador debe estar por encima del aguante de la potencia del altavoz, ya que el amplificador solamente entrega la potencia especificada con la onda senoidal. Cuando se utiliza una onda real con variaciones dinámicas, el amplificador es capaz de entregar menos potencia.
Por ello, lo recomendable para sonorización es que el amplificador entregue un 50% más de potencia que la potencia RMS del altavoz. Por ejemplo, para un altavoz pasivo de 450 W habría que utilizar un amplificador que fuera capaz de entregar 700 W.
Si se utilizara un amplificador más pequeño (por ejemplo, uno de 450 W para amplificar dicha caja de 450 W) no se obtendría un nivel suficiente de sonoridad (daría la sensación de que está flojo), con lo cual probablemente se amplificaría mucho más la ganancia, lo cual provocaría saturaciones. Cuando se satura un altavoz, se genera excesiva alta frecuencia y corrientes subarmónicas que ponen en peligro la construcción del altavoz (generando excesivos calentamientos o movimientos indeseados en la bobina), lo cual puede dar lugar a fallo mecánico.
Si se utilizara un amplificador con mucha más potencia que la recomendada (por ejemplo, 1500 W para caja acústica de 450 W), aunque se tuviera ciertas “garantías” de que el sonido que se entrega iba a estar libre de saturaciones, lo que probablemente causaría sería un excesivo movimiento de los altavoces, muy por encima del límite físico del movimiento.
Así que en conclusión, a la hora de elegir una etapa de potencia, lo suyo es que se realice a la potencia adecuada, sin pasarse (para evitar excesivos movimientos físicos del altavoz) y sin quedarse corto (para evitar compensar con excesiva ganancia cuya saturación puede quemar el bobinado). Y la “regla de oro” de la potencia adecuada es que el amplificador pueda entregar 50% más de la potencia RMS del altavoz.